Estas son las líneas maestras de los planes de futuro del Gobierno en materia de seguridad vial, desveladas ayer por el director de la DGT, Pere Navarro, en la IV Tribuna de Movilidad organizada por el club automovilista RACC. Unas intenciones que afectan directamente al conductor en todos los casos.
Pere Navarro mostró su preocupación por las cifras de atropellos en zonas urbanas. Para atajar esta lacra, anunció que cabe la posibilidad de que se multipliquen los ayuntamientos que limiten la velocidad a 30 km/h. Su argumento es que, según los datos que maneja, a 50 km/h existe un 50% de que un atropello sea mortal, mientras que a 30 km/h la probabilidad baja al 5%.
El director de la DGT descartó además que se vaya a ampliar el límite de velocidad en autovías y autopistas. Como ejemplo puso el caso de Dinamarca, donde tras aumentarlo a 130 km/h, las víctimas crecieron un 20%. Además, añadió que si se respetasen los límites se evitaría una de cada tres muertes en la carretera.
Los que sí vienen inminentemente son 100 radares fijos más y seis de tramo, los cuales no serán situados necesariamente en los puntos negros. Pere Navarro lo tiene claro: “En estos puntos, sólo se producen el 8% de los accidentes mortales y el 3,5% de las víctimas”. En cuanto a la posible prohibición de fumar en el coche por la distracción que pueda causar, señaló que no está prevista.
En los próximos meses, no habrá grandes novedades legales como fueron en su día el permiso por puntos y la reforma del Código Penal o del procedimiento sancionador, pero sí actuaciones en determinados temas como los motoristas, los peatones, las víctimas de más de 65 años o las colisiones frontales, de las que apuntó como hipotética solución la separación de las vías de doble sentido en dos calzadas divididas físicamente, para que “aunque baje la velocidad media, bajen también los accidentes exponencialmente”.